jueves, 21 de abril de 2011

Pasos

Anoche pasé —sin apenas transición— del fervor católico de la Semana Santa al fervor catódico de la Copa del Rey. Y esta mañana me he despertado dispuesto a cantarle las cuarenta (principales) a la España “devota de Frascuelo y de María”. Pero de repente, frente a la pantalla del ordenador, he pensado que todo consiste en rebajar el fervor con unas gotas de agnosticismo. A debida distancia, las procesiones de estas fechas son un espectáculo razonablemente ameno y posmoderno, en el que conviven las tallas de madera hiperrealistas, las mangas y capirotes de diverso cromatismo, las desconsoladas manolas entradas en carnes y los niños que juegan a apedrear, a caramelazo limpio, al amedrentado público y a las impertérritas farolas. Lo mismo ocurre con el panteón de santos laicos que se pasea por los verdes prados de la TDT. Si uno no es un forofo acérrimo de tirios y troyanos, lo mismo puede disfrutar con los regates inverosímiles de Messi —ese demiurgo bajito al que no le quitan la pelota ni por descuido— y con los acelerones de Cristiano Ronaldo —ese tren de alta velocidad que no se despeina ni rematando de cabeza—. Será que me estoy volviendo sentimental. O que estoy a un paso de la devoción.  

1 comentario:

  1. Las ideas, las más de las veces, suelen asociarse. Y a tal asociación ha concurrido otra 'no recurrente' mía, con este caldo de cultivo espeso, viscoso, síiiii, de un Juves. No más santo había de ser que cualquiera de los 51 restantes del año.
    En mi 'Séptima Sensible' cuelgo una levedad al respecto de la semana, la santa, claro está.

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