Como todas las realidades en supuesto peligro de extinción, el libro también tiene consagrado su día en el santoral profano (y santjordiano en Cataluña). Sin embargo, me barrunto que el curioso objeto seguirá disfrutando durante algún tiempo de una envidiable mala salud de hierro. Puede que el pixelado e-book —ese nuevo invento de la era posgutenberg— acabe por sustituir a la página impresa, para desgracia de los miopes impenitentes como un servidor. O puede que no. En cualquier caso, entregarse a profecías agoreras por un simple cambio de soporte tiene algo de la melancólica tristeza del monje cisterciense frente al luciferino oficio de la imprenta. Así que, ya saben: sobre todo en estas fechas, santifiquen las fiestas. Y, por si hay algún libroescéptico en la sala, a continuación tienen disponible, a un solo clic, un ilustrativo vídeo.
¡Nunca día tan entero
ResponderEliminarpor San Jorge protegido
había de celebrarse
sin una rosa o sin libro!
Y no haya temor, advierto,
que un pixel será pixel
y el papel, padre de un libro...