Leo la entrevista a la propietaria de Khadija Fashion Shop, la única sex shop de Bahréin, y uno de los pocos exponentes de su género mercantil en el (no tan próximo) Oriente Próximo. A lo largo de la charla con la periodista, Khadija repasa su biografía pública y privada, sus inicios en el emporio de las prendas sexis y sus embrollos aduaneros con los productos exóticos que importa. También ofrece un somero catálogo de las cremas y potingues más vendidos: parece que el top 1 lo ostenta un producto de uso tópico y de propiedades explícitas llamado Anal Easy. No sé si la revolución sexual llegará al revuelto Golfo Pérsico a mano armada de la rebelión de las masas o a pie de página del inexorable paso del tiempo. Pero, mientras Occidente sigue debatiendo sobre la conveniencia de democratizar a los demócratas o de integrar a los integristas, la foto de Khadija nos ofrece una lección de convivencia: el velo que cubre su cabeza aparece troquelado en 3D sobre un anaquel en el que se ordena un surtido de coloridos lubricantes, objetos de látex envasados al vacío y lencería que apenas merece el calificativo de minúscula. Es verdad el tópico que afirma que a menudo los tópicos tienen razón: algunas imágenes valen más que mil tertulias televisivas.
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