Estos días vivo rodeado de monstruos: los que Goya hizo salir (por puro capricho) de la chistera del racionalismo ilustrado, los que se asoman a las portadas de los periódicos con la sombría certeza de que su país es suyo, y, ahora, los que surgen de las páginas de El paseo bajo los árboles, de Philippe Jaccottet. El libro, traducido por Rafael-José Díaz y publicado por cuatro.ediciones, nos acerca al monstruo más temido por cualquier escritor: la imagen poética, esa fórmula secreta destilada por el magma de la imaginación. Jaccottet pertenece a la estirpe de los escritores peripatéticos que acompasan el pensamiento al ritmo de sus pasos. Leyéndolo, lo seguimos por los anchos panoramas que dibuja su prosa y rastreamos sus huellas en los miradores del paisaje. Como todo libro surgido de la intuición, tenemos con él encuentros y desencuentros, fragmentos que concuerdan con nuestra percepción del mundo y pasajes a los que asistimos con la perplejidad del convidado de piedra. Sin embargo, vale la pena subir con Jaccottet la escalera de caracol que conduce a la buhardilla de Hölderlin, atravesar un río de palabras o perdernos sin remedio en los confines de su arboleda perdida. Lo decía al principio: estos días vivo encerrado con los Caprichos de Goya. Por eso, me quedo con este aguafuerte espectral: “Una inmensa terraza, y alrededor ondean al viento telas blancas detrás de las cuales sigue esperando mucho espacio, mucho aire. Vivimos en medio de sueños, de criaturas divinas que, dormidas a nuestro alrededor, respiran…”.
Mil gracias, amigo Luis, por tu comentario. Alumbras una de las constantes en la poética de Jaccottet, que es su relación conflictiva con las imágenes, que le atraen como redes capaces de traer a la superficie todo lo sumergido y le repelen como falsificadoras de la emoción, del sentimiento, de lo inexpresable. Un abrazo.
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