Me meto y entrometo Donde nadie me llama, pues así se titula la recopilación poética de Fernando Beltrán que acaba de publicar Hiperión. Tengo la impresión de que la poesía de Beltrán se parece mucho a los paraguas que suelen aparecer en las cubiertas de sus libros: es útil, vive a la intemperie, se moja (cuando llueve) y se deja llevar con cualquier lector a cualquier parte (cuando hace sol). Pero, sobre todo, protege a los transeúntes que se cobijan bajo sus costuras verbales. Abiertas de par en par o entreabiertas a cal y canto, las varillas discursivas de estas páginas nos permiten atisbar el corazón en vela de un tenaz inventor de (uni)versos y nombres. De hecho, a esas palabras cotidianas e indómitas en las que nadie repara va dedicado el poema que reproduzco a continuación. Se llama “Palabras” y pertenece a La semana fantástica (1999):
La palabra paz es la palabra
más triste que conozco.
Se pronuncia con ojos de metralla
y demasiado miedo.
Se dibuja con alas de paloma
ateridas de tinta.
Nos abriga con sábanas
muy blancas
y muy cortas también,
queda la boca en paz
pero los pies helados
mientras sangra la herida.
Afilada y breve
como el vuelo de una bala,
ocupa siempre un sitio que no le corresponde
entre las palabras más oscuras,
lluvia, armario, buzón,
grifo, bufanda
más amadas también,
más necesarias
Me gusta mucho el poema y la entrada. Tienen ambos gran limpieza de trazo.
ResponderEliminarHay que revisitar la poesía de Fernando Beltrán, que tiene esos hallazgos de naturalidad mojada.
Un abrazo!