Conocí a Xoel López en 2003, en la entrega de los
premios “El Ojo Crítico” de RNE. Entonces Xoel López aún no era Xoel López, sino
el nombre de un proyecto musical: Deluxe. Deluxe siguió siendo Deluxe y yo fui
siguiendo a Deluxe durante casi una década. Sin embargo, el año pasado, algo
cambió. Su último disco ―para mí los cedés son discos, por más que se las den
de compactos― aparecía firmado por Xoel López, ya sin el álter ego ni la
máscara apócrifa. He dicho que me sorprendió, pero solo hasta que escuché sus
primeros compases. Es cierto que las canciones de este compositor trotamundos
dan la impresión de hablar siempre desde el fondo de la intimidad (sin ir más
lejos, Reconstrucción
es la ídem de un diario cómplice). Sin embargo, sus nuevos temas no admitían
trampa ni cartón. Atlántico
es un disco limpio, claro, mitad bonaerense y mitad gallego, un punto
neoyorquino, rotundamente de todas partes. Es un disco tan sencillo que no
resulta fácil: por un lado, sus ritmos se alejan del alma roquera de Deluxe;
por otro, la melancolía se adueña de unas estrofas que no caen como una
catarata de sonido, sino que desembocan como las olas en la orilla de una playa
sin demasiados turistas. Ayer me enteré de que Atlántico había
ganado el premio al mejor álbum de Música Independiente del año, y de que Xoel
había obtenido el mismo galardón como mejor artista nacional de 2012. Me
alegro. Tal vez les esté descubriendo el Atlántico si les digo que no deberían
dejar pasar la oportunidad de escucharlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario