Convengamos en que hay años y años. Si 2000 cifraba en su
rotundidad algorítmica el horizonte de una nueva era, el recién estrenado 2013
encierra en sus cifras toda una poética del mal fario. En efecto, los meses del
año se presentan como una mesnada de gatos negros con malas pulgas: atravesar
el calendario nunca se ha parecido tanto a sortear una hilera infinita de
escaleras duchampianas, echar la sal de la tierra por el suelo o irrumpir en el
escenario vestido de amarillo limón. Cierto es que nuestro relativismo
euroescéptico nos ha hecho refractarios a cualquier expresión supersticiosa que
no provenga de las fluctuaciones bursátiles, con su metalenguaje agorero y su
mentalidad de rapiña. Por eso, en vez de pasarnos la mano por la joroba, 2013
amenaza con subírsenos a las barbas. Ante tal panorama, llevo un par de días buscando
el antídoto, y acabo de hallar la fórmula magistral en el difuso recuerdo de una
película de John Carpenter: 2013, rescate
en LA. Sí, en aquel filme Serpiente Plissken, interpretado por Kurt
Russell, sobrevivía al año 2013 y a un Los Angeles en cuarentena. Lo malo es
que, si mi memoria no me falla, al final acababa desenchufando literalmente el
mundo y devolviendo al espectador a la Edad de los Metales. Sin duda hay un
tentador impulso higiénico en esa idea de pulsar el botón de Reset e inaugurar
de nuevo la condición humana, sobre todo ahora que el Apocalipsis maya ha
pasado de largo. Pero, como uno es menos apocalíptico que integrado, me
contentaré con recordar un poema de Cavafis que le viene que ni pintado a ese
regeneracionismo profiláctico. Se titula “Esperando a los bárbaros”, y en él se
relata la inquietud del pueblo romano ante la inminencia de una invasión
bárbara. Tras la segunda mano de barniz que le pasó Víctor Botas, el poema de
Cavafis terminaba con los siguientes versos: “―Es que ya cae la noche / y no
llegan los bárbaros. (Hay quienes, / venidos de regiones fronterizas, / dicen
que ya no quedan). // ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? / Nos daban un
sentido; era una solución aquella gente”. Por cierto, feliz 2013.
Lo de "empezar el año con buen pie" pasó a la historia. Ahora tendremos que aprender a rezar cada noche, mas que nada por los mayas, a ver si (ya que pasaron de nosotros) pueden echarnos varias manos con los recortes y demás proyectos felices.
ResponderEliminar¡Feliz 2013!