Cuando se
trata de entrar en harina poética, algunos autores miran instintivamente al
cielo, acaso con nostalgia olímpica por aquellas alturas en las que los vates
vivieron instalados hasta que la historia los apeó de su celeste pedestal.
Otros, más cautelosos, prefieren mirar al suelo. Sin duda, Adolfo Cueto (1969)
pertenece a esta segunda categoría. Por eso, su último libro defiende una
poética sísmica “a ras / muy de tierra”, que aspira a remover conciencias y a
conmover espíritus. Después de Palabras
subterráneas (2010) y Dragados y Construcciones
(2011), Diverso.es (2014, Premio
“Ciudad de Burgos”) nos invita a adentrarnos en la vorágine de una realidad punto es en la que la contemplación
exterior se acompasa con la respiración íntima del sujeto. Como todo work in progress que se precie, el nuevo
libro del autor se presenta bajo el envoltorio de un viaje circular, a la vez
odisea colectiva y epopeya privada.
Uno de los rasgos sustantivos de la
obra de Cueto es la continuidad entre mirada y escritura, de tal manera que el
poeta parece registrar los acontecimientos al mismo tiempo que estos suceden.
Esa simultaneidad perceptual genera una pauta de lectura que nos sumerge en el
vértigo de la sociedad contemporánea. El ritmo germinativo de los versos, en
los que abundan los escorzos y encabalgamientos abruptos, puede adoptar el
aliento musical de una sinfonía o transmitir su mensaje con la contundencia de
una ametralladora: “Noche de azul / inverso, carreteras cortadas / nuevamente,
lo mismo / que esta página en blanco se hace tuya, / mía, nuestra; esta página
rota”. En efecto, Diverso.es empieza
con un pie en el acelerador y los ojos clavados en el parabrisas. Desde ese
momento asistimos a una road movie
alrededor de un “mundo / fracturado”, que en ocasiones exhibe sus cicatrices
con obscenidad (las ruinas capitalistas de una “Fábrica abandonada”) y en otros
casos manifiesta una belleza inadvertida. Si Rafael Morales entonó un hondo y
doloroso cántico al cubo de la basura, Cueto también logra redimir los paisajes
industriales y posapocalípticos que atraviesa mediante un lirismo compasivo.
Esta radical impureza cristaliza en “Mar
de cemento”, un retablo en seis partes que funciona como un himno a la
deshumanizada megalópolis moderna y como un entrañado homenaje a la ciudad de
Madrid. Aunque el turbión visionario remite al aquelarre madrileño de Fernando
Beltrán, y aunque algún jirón expresionista nos recuerda que Dámaso Alonso
contabilizó más de un millón de cadáveres vestidos de paisano, Cueto consigue
modular esas resonancias con voz propia y alzar un monumento a la
transitoriedad: “mar / de cristales furtivos, qué rápido, qué / velozmente van
los días, pasan coches: van pasando / la noche altiva y el taxi”. Junto con esa
veta urbana, en Diverso.es hay
espacio suficiente para la reflexión cívica (“Japón, 11-M”, “Fosa”) y para la
combustión amorosa. Gracias a una singular resemantización de los objetos
cotidianos, un extintor bien puede servir como emblema del fuego erótico. Del
mismo modo, el gozoso misterio del cuerpo se convierte en un “rizoma / de amor”,
donde no faltan ni la intemperie (“Sin techo”) ni la fragilidad (“Palacio de
cristal”).
En suma, la reivindicación de una
escritura mestiza, fabricada con materiales perecederos, anima un proyecto
cargado de soterrada ironía y energía crítica. Tras el envío final, estamos deseando
que Adolfo Cueto vuelva a hacer las maletas y a transitar por las autopistas
―reales y virtuales― de un universo globalizado.