Mircea
Cărtărescu, El Levante, Madrid,
Impedimenta, 2015. Trad. de Marian Ochoa de Eribe. Pról. de Carlos Pardo.
¿Por
qué? Porque El Levante es una parodia
infinita, un canto épico al melting pot
del siglo XIX y un viaje por Europa salpicado de gozosos anacronismos. Porque un
largo poema se convierte en una narración trepidante. Porque una narración
breve se transforma en un mosaico poético. Porque El Levante defiende el poder subversivo de la fantasía en los tiempos
del comunismo real. Porque se trata de una novela bizantina con piratas
románticos, hermosas moriscas y un autor desdoblado en personaje. Porque hay un
vuelo en zepelín. Porque todos somos rebeldes en Valaquia. Porque el autor de El Levante es Cide Hamete. Porque El Levante no se acaba nunca. Porque El Levante empieza donde terminan
Beckett y Joyce. Porque hay que leer a Mircea Cărtărescu.
Andrés Neuman, El que espera, Madrid, Páginas de
Espuma, 2015.
¿Por
qué? Porque estos relatos hacen que lo insólito parezca plácidamente anodino y
lo anodino perfectamente insólito. Porque la cortesía del cuentista es el
sentido del humor. Porque less is more.
Porque esta edición, a la vez aliviada y aumentada, nos permite acercarnos con
nuevos ojos a un libro que es otro aunque siga siendo el mismo. Porque hay un
aforista y un poeta emboscados tras cada adjetivo. Porque el narrador nunca se
concede el capricho de la omnisciencia. Porque nos encontramos con suicidas
ejemplares, placebos y venenos, amores letales, sujetos pacientes y agentes
obsesivos. Porque el cuento “es el género que mejor sabe guardar un secreto”.
Porque hacen un cameo Gustave Eiffel y Jorge Luis Borges. Porque hay que leer a
Andrés Neuman.
Publicado en el suplemento “Arte y Letras” del diario Información, el 30 de julio de 2015
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