Existió
un tiempo venturoso y arcádico en el que los premios contribuían a discernir el
grano de la paja y actuaban como un dique de contención frente a las corrientes
subterráneas de la literatura. Más tarde, los premios acabaron por agravar el
problema que estaban llamados a resolver, ya que su proliferación provocó una
avalancha de aspirantes al Parnaso que reclamaban su lugar en el monte. En los
burbujeantes años de bonanza económica, no hubo diputación, ayuntamiento o
sociedad que no cubriera su cuota cultural con la convocatoria de un concurso
“de versos”. No obstante, tres libros recientes con un galardón bajo las solapas
recuerdan que los premios aún permiten descubrir voces dispuestas a tensar la
lira o a exprimir a las musas.
Afirma Vicente Valero que en La Fiera (Sloper, Premio “Ciutat de Palma” y Premio “Ojo Crítico” de RNE) se vislumbra al “joven poeta británico que Ben Clark lleva dentro”. Aunque me da la impresión de que Ben Clark esconde a más de un poeta bajo la piel, es cierto que en su último libro se conjugan algunos rasgos de la mejor poesía anglosajona: la potencia de las imágenes, la rotundidad discursiva y un tono que bebe del cauce del lenguaje coloquial. El autor reelabora el mito del buen salvaje y se presenta ante los lectores como un Kaspar Hauser domesticado por la civilización, pero proclive a trasgredir las normas sociales. A veces cercano al renovado expresionismo de quien se proclamaba nieto de Dámaso Alonso (Los hijos de los hijos de la ira), y otras veces próximo a una soterrada ironía, Clark nos ofrece su versión particular del universo, desde el fulgor primigenio (“Big Bang”) hasta el apagón apocalíptico (“Si llega el fin del mundo”). Los giros orales, los incisos digresivos y los desenlaces anticlimáticos muestran el reverso trascendente de lo cotidiano, revelan la fragilidad de las certezas y salvan el hiato entre vida y escritura: “Terminaré este poema y saldré al mundo fiero”. Ándense con ojo: en cuanto se descuiden, La Fiera de Ben Clark les dará un mordisco al corazón y un bocado al cerebro.
Combustión (Visor, Premio “Hermanos Argensola”) es el tercer libro que publica Marcos Díez y el primero que llega a mis manos. Se trata de un volumen que condensa contemplación y reflexión, tan atento a la piel de las cosas como a las conexiones secretas que se establecen entre ellas. No muy lejos de la poesía visual de Edward Hopper, Díez engarza instantáneas de sugerente plasticidad y estampas de hondura meditativa. Mientras el conductor de estos road poems avanza en su trayecto, por el retrovisor pasan paisajes desolados, viñetas urbanas ―el magnífico “Oficinas en la noche de Madrid”, que ilustra la paradoja del mirón mirado― y vestigios biográficos. El residuo de la intimidad y la tinta azul de la escritura son los materiales con los que el autor levanta un monumento a lo efímero: “Siempre hay algo camino del desguace. / Lo que estorba no es siempre lo que sobra”. En el argot cinematográfico, la palabra sleeper designa a aquellas películas de apariencia pequeña que se convierten en grandes sorpresas. Para este lector, Combustión ha sido el indiscutible sleeper de 2014.
Un casco griego en el que se proyecta el logotipo de Batman. Esa es la cubierta de Fuego cruzado (Hiperión, Premio “Antonio Carvajal”), donde Xaime Martínez abunda en sus cualidades para el juego verbal, la réplica ingeniosa y la versatilidad estilística. Sin embargo, Fuego cruzado es más que un brillante ejercicio de pirotecnia. En sus mejores momentos, el poeta consigue fundir con naturalidad los dos iconos que comparecen en la portada. Por un lado, el dominio de la tradición le autoriza a formular sonetos con estructura de cuestionario, dialogar con la jerga del epigrama y reactivar los tópicos barrocos. Por otro, la cultura popular y la mitología del rock añaden una pátina de desencanto posmoderno al conjunto (especialmente en la sección “El lado oscuro”, que remite a algunas batmanías del primer Álvaro Tato). Más convincente en el registro breve que en la dimensión épica, Xaime Martínez se consolida en Fuego cruzado como una de las voces jóvenes más prometedoras del panorama nacional. Avisados quedan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario