lunes, 9 de diciembre de 2013

Escritos en la corteza de los árboles, de Julia Uceda




La publicación en 2002 de En el viento, hacia el mar, Premio Nacional de Literatura, permitió situar a Julia Uceda (Sevilla, 1925) en el Parnaso contemporáneo y en las filas movedizas del 50. Sus siguientes entregas ―Zona desconocida (Premio de la Crítica), Hablando con un haya y, ahora, Escritos en la corteza de los árboles― profundizan en la actitud inquisitiva que ha caracterizado a la autora desde sus comienzos. Su último libro va precedido de un breve ensayo en prosa que supone un particular ajuste de cuentas con la historia colectiva y con la propia historia literaria. Bajo el lema de ‘¿Somos quienes quisimos ser?’ ―que evoca el nerudiano “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”―, esta suerte de autobiografía intelectual ofrece un recorrido por los títulos que configuran el DNI de la poeta y por las claves de su teoría estética: una corriente alterna que oscila entre saber y recordar, entre la búsqueda del conocimiento y la inmersión en el desconcierto. El balance retrospectivo y la celebración del presente confluyen también en la metáfora que preside el volumen: “escribir a toda prisa unas notas […] en trozos de las cortezas de los árboles como si fueran hojas desenganchadas de un cuaderno abandonado por alguien”. A partir de esta premisa, los textos se suceden como las entradas de un diario compuesto por “retazos de memoria”. Insertos en un tiempo psíquico y en un espacio auroral, los poemas aspiran a un doble propósito: regresar a los albores de la cultura y recuperar un lenguaje no codificado, capaz de nombrar de nuevo el mundo y de dar otro sentido a las expresiones gastadas por el uso. La superposición de vestigios civilizatorios ―el Popol Vuh, el anime japonés o la liturgia hebrea― no desemboca aquí en un mero arrastre acumulativo. Por el contrario, estas sinfonías visuales se engastan con armonía en el conjunto y dotan de espesor ideológico a la construcción de la identidad. Prueba de ello es ‘Rastas’, una jaculatoria rastafari que encierra una mirada crítica y compasiva hacia aquellos jóvenes que quisieron encarnar la revolución y acabaron consumidos por sus sueños: “Con cautela y arte, / sus rastas echaron al hombro, a la espalda, / por la estrella negra cambiaron las cruces”. Asimismo, cabe resaltar el espléndido ‘Álbum’, un travelling en cinco secuencias donde la imagen de una casa abandonada en la estepa rusa funciona como detonante de un aquelarre alucinatorio en el que se confunden las campañas napoleónicas, las pinceladas de Munch, la filosofía dionisiaca de Nietzsche, las dudas del emperador Hirohito y el diagnóstico existencial de Albert Camus. En la estela de otros grandes frescos cosmogónicos (como ‘Espiral’, de Félix Grande), ‘Álbum’ proyecta los fotogramas congelados de una época de barbarie y de una cronología que se muerde la cola: “Fuera la noche continúa cayendo y se evapora / la sangre, el agua del vaso abandonado”. Julia Uceda demuestra en este libro que la auténtica poesía no pretende aventurar respuestas ni barajar hipótesis, sino que se contenta con formular las preguntas adecuadas: “¿Cómo saber en qué tiempo he vivido?”.

Publicado en el suplemento "Babelia" del diario El País, el 7 de diciembre de 2013


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