Nos encanta jugar: apostárnoslo todo a doble o nada. En los
entremeses televisivos proliferan las loterías —estatales y paramilitares—, los
satinados rótulos de casinos ambulantes y las invitaciones a convertir la mala
baza de nuestra vida en un póquer de ases. Hasta a nuestro impoluto Rafa Nadal lo
han sacado de sus plácidas casillas en los anuncios de seguros para
mostrárnoslo con las manos en la masa mientras despluma los fondos pixelados de
una tragaperras con conexión wifi. Lo de menos es que un letrero más bien
diminuto nos informe de la conveniencia de jugar juiciosamente, de perder con
moderación y de no hipotecar lo que aún no hayamos hipotecado. En cuanto al
modelo productivo Eurovegas, no quisiera parecer tendencioso. Por eso me parece
prudente traer a la memoria al desparecido tahúr Amarillo Slim, a quien se le
atribuye la siguiente cita: “Mira alrededor de la mesa. Si no ves al primo, es
que el primo eres tú”. Obsesionados con la prima (de riesgo), me temo que
nuestros políticos hace tiempo que han dejado de ver al primo en el tapete
verde. Reconozcamos que nuestra naturaleza tiende más al órdago. Será cuestión
de regresar al mus.
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