Leo que en Bután miden la satisfacción de sus habitantes mediante el índice FIB, que no alude allí a la participación en el festival de Benicàssim, sino a la Felicidad Interior Bruta de sus moradores. Parece que, a juzgar por tal felizómetro, los butaneses —descarto “butaneros” por sus connotaciones localistas— están inmensamente contentos en lo bruto. Pero, ay, ¿cuál es la FIN (Felicidad Interior Neta) del país? De esto nada nos dicen los medios consultados. Así que les propongo la siguiente prueba: extraigan quirúrgicamente a un habitante de Bután con una FIB (pongamos) del 98%, descuéntenle sus momentos de indignación pública y sus sinsabores privados, réstenle el precio de una hipoteca en casa colgante y cárguenle impositivamente horas extraordinarias, beneficios volátiles y cierta plusvalía administrativa. Ya se imaginan el resultado: el butanés acabaría convirtiéndose en europeo. Así que desconfíen netamente de las brutalidades, y déjense guiar por la prudencia decimonónica de don Joaquín Bartrina: “Si quieres ser feliz, como me dices, / no analices, muchacho, no analices”.
como era aquello...¿la ignorancia es felicidad?
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