“La nostalgia es un burdo pasatiempo”, declaraba un poema de Luis Alberto
de Cuenca. Sin embargo, en estos malos tiempos para casi todo, la mirada
nostálgica permite afrontar lo que, de otro modo, desembocaría en el planto
manriqueño y en sus afluentes elegiacos. Hoy quería hablar del cierre de Alta
Films, una de las pocas distribuidoras de cine independiente que aún sobrevivían
en nuestro país. Iba a decir que, por culpa de los vicios tridimensionales y de
otras espectaculares desidias, los proyeccionistas de antaño se habían
extinguido como antes claudicaron los serenos, los afiladores y los agentes
inmobiliarios. No obstante, en cuanto he tecleado el título de este artículo,
me ha vencido el factor nostálgico. Nuestra generación, la de los niños de la Guerra
(de las Galaxias), es quizá la última que habrá conocido las colas y los
atascos colosales en cines que exhibían unos nombres tan mastodónticos como los
epítetos homéricos. Echar horas en los Astoria, Arcadia, Ideal, Monumental… no
tenía nada que ver con el rito pasajero de quien acude a la sesión de un centro
comercial, porque en el centro comercial todo es tan transitorio y fungible
como el estallido de las palomitas. En cambio, en aquellas salas, más incómodas
y con palomitas deshidratadas, uno iba con la secreta intención de descubrir en
la pantalla lo que jamás encontraría en la vida.
Esos
edificios, abandonados a la intemperie de la memoria, han resucitado como
variación fin de siècle del motivo de
las ruinas. Al otro lado del desafiante exabrupto de Alberti (“Yo nací
―¡respetadme!― con el cine”), los poetas actuales han visto morir los cines.
Por estricto orden cronológico, primero cayeron los de verano, cuando la brisa
fue reemplazada por el aire acondicionado y las inclemencias del tiempo dejaron
de aguar la fiesta gracias a la infalible previsión de Yahoo Weather. Benítez
Reyes relató esa agonía en los primeros versos de “Royal Cinema” (El equipaje abierto, 1996): “Se
hacía la oscuridad, y era el verano / entonces aún más denso: una mezcla /
de fruta corrompida y mar caliente. / Pero era también, y sobre todo, /
la imagen de jinetes que cruzaban / el oro degradado de un desierto, /
o era un bajel en llamas, / con una media luna al fondo, /
sobre un mar de artificio”. Más tarde llegó la hora de los cines de Arte y
Ensayo, poblados por una fauna inextricable en la que había incluso poetas. Uno
de ellos, Rafael Fombellida, ha cantado y contado aquel deslumbramiento en un
texto de Campo de Marte (2011): “A
ti, que todavía te gustará ir al cine, / te contaré una historia que no vas a
creer, / de cuando, peregrinos, fuimos al Montecarlo, / primer arte y ensayo de toda la provincia […].
/ Lo que más me gustó fue ver mear a Jean Birkin / cuando aquel infrahombre que
hacían llamar Krassy / se empeñaba en tratarla como a un efebo anémico. / Te
quedarás de piedra cuando te cuento esto, / pues ves que soy un bárbaro, y me
gusta. / Pero de vez en cuando se me escapa una frase / que pudo pronunciar
Michel Poiccard / y quedo en grande con tus amistades. / Aún estoy deslumbrado,
un poco, mas lo estoy. / Por eso no te cuento más películas. / Y esta además,
lo sabes, no tuvo buen final”. Y terminaré con el réquiem por esos cines de
fastuoso aire provinciano a los que Álvaro Valverde dedica el hermoso poema
“Cine Avenida” (Plasencias, 2013), del que reproduzco la primera
estrofa: “Allí, en la Avenidísima / (Hidalgo Bayal dixit), / al pie, donde no había / ni el horrible edificio que hay
ahora / ni esa calle con nombre de retórico, / estaba el Avenida. / Iba junto a
mis padres en verano. / Luego con los amigos / y por fin con mi novia. / El
Alkázar (el único que aguanta), / El Sequeira y también el Coliseum / son, con
este, los cines / de mi infancia / y la causa añadida / de mi amor por el arte / mayor del siglo
veinte. / Yo no nací, sabedlo, con el cine, / pero mi vida, como la de
cualquiera, / es, sin remedio, cinematográfica”. En cuanto a mí, ya saben dónde
encontrarme: “Impares, fila 13”.
(Publicado en el suplemento “Arte y Letras” del diario Información, el 30 de mayo de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario