lunes, 8 de octubre de 2012

El poeta en la última sesión (Homenaje a Pablo García Baena)

Pablo García Baena acaba de obtener el Premio Internacional de Poesía “Federico García Lorca”. Me sumo a la conmemoración con estas líneas, que escribí tiempo ha para el monográfico que la revista Nadadora le dedicó al autor en 2007:

En “Palacio del cinematógrafo” (Óleo, 1958), Pablo García Baena inauguraba una mitología particular. Allí, los retazos fragmentarios de una historia amorosa se fundían y confundían con las imágenes fugitivas del celuloide. Era aquel un poema de trasfondo cinéfilo, pero en el que la cinefilia no suponía un modo distinto de contemplar el mundo ni implicaba un estricto anclaje referencial. Sobre el parpadeo dinámico de la pantalla y “los azafranes / del technicolor”, García Baena proyectaba una secuencia intimista que se parecía mucho a un deseo formulado en voz baja. La danza ritual de los sioux, los caballeros surgidos de las páginas de Sir Walter Scott y las frases rescatadas del cine negro funcionaban como el eco lejano de una melodía cuya verdad se sintetizaba en el verso que abría la composición: “Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero”. Desde entonces se ha convertido en un acto reflejo. Cada vez que voy al cine examino mi entrada con la esperanza de que alguna vez me correspondan la fila y la butaca del poema. Pero los deseos no están por la labor de someterse al yugo de la voluntad. De hecho, como saben los que saben de cine, el happy end será siempre un consuelo menor “en la tenue penumbra de la noche”.
(Publicado en Nadadora, núm. 4, 2007. Especial “Pablo García Baena”)

  

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