viernes, 3 de febrero de 2012

Transparente Szymborska

Ahora que Wisława Szymborska estará escuchando a Ella Fitzgerald en el fondo del cielo, me da por pensar en el misterio de algunas escrituras cuya clave parece residir en la transparencia: no en la denotativa figuración de las palabras, sino en cierta intimidad cargada de sentidos que atraviesa la página. Ayer  leí un obituario donde comparaban el genio creativo de la autora con la inspiración germinativa de Mozart. Es cierto que la capacidad para convertir lo difícil en facilísimo está reservada para algunos taumaturgos con un oído singular. Pero me interesa más esa otra cualidad  plástica que nos muestra el interior del ser humano a una pudorosa distancia, como ocurre en los cuadros de Hopper o de Vermeer. Y ahora que Wisława Szymborska andará escondiéndole las llaves a San Pedro o jugando al escondite con Catalina la Grande, reproduzco un poema donde veía en la lechera de Vermeer el signo de una eternidad salvada de la indiscreción:


Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.

PD: La fatalidad del azar o los hilos del destino han hecho que la muerte de Szymborska suceda pocas semanas después de la de Carlos Pujol, otro escritor en voz baja que dedicó a Vermeer un estupendo libro de poemas titulado La pared amarilla.

1 comentario:

  1. No sólo estos dos... a este cuadro se han referido muchos autores... me parece recordar que Robert Hass también tiene un poema que hace referencia a este cuadro.

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