jueves, 4 de abril de 2013

Ceci n’est pas ceci



Es una vieja y conocida historia. En La traición de las imágenes, Magritte pintó una pipa cuasi humeante y estampó la leyenda “Ceci n’est pas une pipe” (Esto no es una pipa). Ese alevoso trampantojo, que trajo de cabeza a André Blavier y a Michel Foucault, parece un puzle de diez piezas comparado con las intrincadas disquisiciones sobre el ser y la nada a las que acostumbran los políticos y expolíticos más mediáticos de nuestra nación: que si una foto es una foto es una foto, que si esta letra no es la mía, que si nadie me lo dijo, porque, de habérmelo dicho… Ante tan clamorosa exégesis, les propongo el siguiente ejercicio plástico: recorten de cualquier periódico la foto de su imputado favorito, enmárquenla convenientemente y rotulen sobre la imagen “Esto no es lo que parece”. Magritte estaría encantado con la idea. Ya lo dijo el poeta Charles Tomlinson: “Esto no es una pipa, sino una explosión de los labios”. Y es que por la boca muere el pez gordo, aunque no diga ni pío.  


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