sábado, 24 de marzo de 2012

Un poema de Ada Salas

Hunde
la casa.
Trabaja noche y día
en destruirla
pues noche y día habías trabajado
para esconderte en ella.
Destruye hasta que nada
entre el escombro
te sea reconocible.
Comparte la intemperie
con otras alimañas.
Acostúmbrate al frío.
A ese brillo
mortal
de las estrellas
al ojo indescifrable
que habías olvidado.

Porque solo las ruinas
—lo supiste
una vez
por qué en tu descuido
lo habías olvidado—

porque solo las ruinas
pueden

en verdad

habitarse.
(de Esto no es el silencio)

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